De repente me di cuenta que el caótico mundo en el que vivo, del que siempre me queje, no era anormal, ni mucho menos algo tan desordenado y monstruoso como lo solía ver. Este mundo cíclico y predecible, en el que el bien siempre viene después del mal, y la felicidad después del sufrimiento ya no me sorprende mas.
Resulta que todo es parte de uno y uno es parte del todo, el ciclo de la vida se repite en cada uno de nuestros actos. Queremos estar solos, pero nunca realmente lo estamos, parte de nosotros reside en todo lo que nos rodea, y es que todos venimos del mismo lugar, todo esta unido en el principio, y en el final, siempre fuimos y seremos polvo de estrellas.
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